El Síndrome de Tourette (ST), es un trastorno neurológico- conductual crónico, de origen genético.
El ST comienza en la infancia y la adolescencia con la emisión involuntaria de movimientos repetidos y de sonidos vocálicos y fónicos (incluso palabras soeces o frases inapropiadas), llamados tics . Los tics pueden variar en su intensidad, frecuencia y localización, así como permanecer o reaparecer durante toda la vida.
En muchos casos, los tics cursan con la manifestación de trastornos asociados , algunos de los cuales tendrían orígenes genéticos comunes con el ST y pueden persistir, aunque los tics desaparezcan o sean imperceptibles.
Es importante señalar que estos trastornos no afectan la capacidad intelectual, y que la inteligencia de las personas afectadas es normal y en ocasiones superior a la media.
Entre los trastornos comórbidos asociados al ST cabe destacar el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el trastorno de déficit atencional, con o sin hiperactividad; el trastorno para el control de impulsos (TIC), que puede generar en el afectado conductas violentas, agresivas y/o autolesivas; trastornos del sueño y la alimentación; trastornos del estado del ánimo, elevados niveles de angustia y ansiedad; depresiones que pueden alternar con estados de manía y euforia. A éstos se añaden trastornos de aprendizaje característicos del ST, los cuales afectan el rendimiento académico en áreas como la lectoescritura, el cálculo o la resolución de problemas.
Cabe destacar que todas estas problemáticas, son las que conforman el espectro de los trastornos asociados al ST , constituyendo distintas manifestaciones de la misma enfermedad.
Esto implica que la variación o incremento de síntomas no es consecuencia de manejos arbitrarios o caprichos momentáneos (pese a que la palabra “TIC” sea un apócope del vocablo italiano tichio , que significa “capricho”), sino la expresión de un funcionamiento neurológico peculiar relacionado, según las investigaciones científicas, con factores genéticos que afectan a algunos neurotransmisores cerebrales , especialmente la dopamina, y también la serotonina y la noradrenalina, y a estructuras cerebrales como los ganglios basales .
Además de las variables orgánicas, la evolución y sintomatología del ST no sigue un patrón fijo, y es muy sensible a factores psicosociales como el estrés, las relaciones interpersonales, las reacciones de rechazo del entorno sociofamiliar, y las actitudes prejuiciosas que la sociedad en general demuestra hacia las personas afectadas.
Lamentablemente, este trastorno no es aún demasiado conocido , y esto produce dificultades para obtener diagnósticos y tratamientos sanitarios; para lograr que los niños y jóvenes afectados puedan desarrollar sus capacidades en condiciones de igualdad e integración y para promover su acceso al mundo laboral y profesional
Todo esto determina la necesidad de un planteamiento terapéutico multidisciplinar , en el que los aportes de los profesionales de la salud (neurólogos, psicólogos, psiquiatras, terapeutas ocupacionales, investigadores, etc), de la educación, y de las instituciones abocadas a la Acción Social, se sumen a los esfuerzos de las familias para obtener importantes mejoras en la sintomatología, en la salud y en la calidad de vida de las personas afectadas, así como en sus posibilidades de integración social y realización personal.
Fuente: Psico Tourette
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